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–Ludin Vásquez, sonidista principal de Campus Miralvalle

¿Quién es el primero en llegar al Campus Miralvalle cada domingo? Es Ludin Vásquez, encargado de que el mensaje de la Palabra de Dios sea compartido de una manera eficaz, clara y agradable al oído. Como sonidista principal del Campus Miralvalle, Ludin llega a las seis de la mañana a instalar el equipo de sonido, de modo que esté listo para realizar las pruebas respectivas justo a las siete. Hacia las 7:30, todo está preparado para arrancar el primer servicio, el cual es grabado para la transmisión digital de las 11:00 de la mañana. 

“Tengo que venir a despertar al vigilante”, dice Ludin, entre risas. “Vengo a esa hora porque soy el primero que tiene que empezar todo, luego vienen los de transmisión a instalar cámaras y los de protocolo a hacer el café. Generalmente, a esa hora es difícil traer desayuno. Pero aquí siempre como cualquier cosa”. 

Ludin es quien conoce el timbre de voz de cada uno de los cantantes y los pastores. Hace mezclas que implican una buena ecualización de los micrófonos para lograr un sonido equilibrado. Y se queda vigilante frente a la consola para corregir cualquier falla en el camino.   

Y no solo sabe de sonido. Es mecánico automotriz a domicilio, técnico en electrónica, músico (toca la guitarra e instrumentos folclóricos), graduado del Seminario Bautista Miramonte y pastor de Círculo de Vida. Como parte de sus estudios en el seminario, cursó griego y hebreo, además de investigar sobre lingüística, cultura y traducción de la Biblia. Ludin forma parte de Vida Nueva desde 2014, y se convirtió al Señor Jesús hace casi 42 años. Durante los primeros 32 años, sirvió como evangelista; misionero en viajes cortos por Guatemala, Nicaragua y Honduras; sonidista, y maestro de la Biblia en otras dos iglesias cristianas de San Salvador.

Trabaja desde los 15 años, cuando tuvo que salir de su casa y afrontar la vida solo. Pero justo un año después le entregaría su vida a Cristo para comenzar a practicar su versículo favorito: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13). 

“La meta principal de todo cristiano debe ser que Cristo sea glorificado, y que su testimonio refleje a Cristo hacia aquellos que no lo conocen”, dice Ludin.