–Luis Armando Menjivar, diácono, Campus Lourdes
Corría el año 2007 y Luis Armando Menjivar decidió visitar Vida Nueva campus Lourdes junto con su familia. La congregación contaba con unos 35 miembros y realizaba campañas de evangelismo en las distintas colonias de la zona, una de ellas la de la familia Menjivar. Aunque creció con padres creyentes, él no se congregaba.
“Hasta que llegó Vida Nueva a mi colonia y escuché cómo explicaban la Biblia, dije aquí es”, asegura.
El entonces pastor de campus Lourdes, Alex Hernández, reunió a los miembros, con Luis y su esposa Annie en medio de ellos, y los invitó a anotarse en algún ministerio.
“Éramos pocos, ¡teníamos que anotarnos todos! Mencionó una lista de ministerios, y me anoté en ‘ujieres’. Desconocía totalmente la palabra ‘ujieres’ pero algo me llamó a ese ministerio. Dios lo usa a uno de la manera que lo va conociendo a uno. El ministerio para el que me preparó fue recibir a las personas en el parqueo. Unos 15 días después (de la reunión con el pastor Alex), nos dijeron a todos los que habíamos quedado en ese ministerio que íbamos a ser la primera cara de la iglesia ante los visitantes”, recuerda. Luis sigue recibiendo a las personas en la zona del parqueo y, desde hace seis años, ha servido como diácono de la congregación.
“Somos dos diáconos: Orlando Grande y yo. Estamos detrás del pastor. Si por cualquier cosa el pastor o el copastor no vienen, tenemos que pasar al frente y servir”, asegura. “Yo colaboro porque Dios dio el ejemplo de cómo servir y bajó hasta el último escaño para que viéramos que todos debemos servir, no importa en qué escala social estemos”.
Junto con su esposa Annie y sus hijos Luis Alejandro y Alan Fernando, Luis ha encontrado en Vida Nueva una familia. Annie es maestra de la Escuela Dominical.
Originario de Sacacoyo, La Libertad, Luis, que en su juventud se preparó como programador analista, es operador de logística primaria en una corporación familiar multilatina desde hace 18 años. Forma parte del equipo que, entre otras cosas, controla el despacho de productos así como el movimiento de materias primas desde el puerto para almacenarlas en la planta.
Cuando no está trabajando o sirviendo en la iglesia, Luis asiste a los partidos de basquetbol de su hijo menor o juega fútbol. “Por eso soy delgado”, dice, entre risas. Y sigue riendo al recordar que conoció a su esposa en otra empresa donde ella laboraba como secretaria de producción y él, en contabilidad. “Yo le caía mal al principio”, dice.
Luis afirma que su versículo favorito es Juan 3:16, ya que toca “lo profundo de uno”: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.