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–Vilma Flores, miembro de los ministerios de Refrigerio, Discipulado y Evangelismo, Campus Hacienda

Vilma Flores enviudó a sus 46 años, con cuatro hijas pequeñas y un hijo joven que cuidar. Su vida se presentaba cuesta arriba, como las calles de relieve irregular que llevaban a su casa en Los Planes de Renderos. 

Con las hijas más pequeñas agarradas de su falda y las otras siguiendo su paso, cada semana Vilma se desplazaba hacia su iglesia de aquel entonces en la colonia Santa Lucía. 

Fueron tiempos difíciles, lo reconoce, pero su fe solo iba en aumento. 

“Con la ayuda de Dios saqué adelante a mis niñas. Siempre en la iglesia, siempre sirviendo y deseando darle más al Señor”, dice. Su único hijo, también creyente, emigró a Estados Unidos donde reside hasta hoy. 

Actualmente, Vilma tiene 68 años y 10 nietos. Hace un año se jubiló y ha cumplido su deseo de involucrarse en el servicio a Dios a través de Vida Nueva. Aunque se congrega en Campus Hacienda donde sirve en los ministerios de Refrigerio y Discipulado, es conocida también en los demás campus por su carisma y participación en los ministerios de Evangelismo y Conexión. 

Cada domingo prepara el café con pan y, en ocasiones, “otra cosita si hay algo especial”. Con una cálida sonrisa, saluda a cada miembro o visitante y lo hace sentir como en casa. Junto a su compañera de ministerio, se encarga de lavar los azafates y guardar los demás implementos para su uso el siguiente domingo. También participa en el Ministerio de Evangelismo en el Hospital Zacamil, y atiende el centro de Conexión que brinda información sobre las actividades de la iglesia. Donde hay necesidad de servir, ahí está Vilma.

Ese anhelo de agradar a su Salvador empezó hace 41 años, cuando estaba embarazada de su primera hija. 

En ese tiempo, Vilma trabajaba en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) como secretaria del Departamento de Psicología, para luego coordinar un pool de secretarias. 

Fue justamente en la UCA donde Vilma conoció al Señor Jesús a través de una amiga. 

“Me encontré a una amiga de juventud. La vi como una persona completamente transformada, una mujer de Dios, hermosa, increíble, con humildad y que irradiaba el amor de Dios. Deseaba ser como ella, y comenzamos a leer la Biblia en la universidad”, dice Vilma. 

Posteriormente, comenzó a congregarse y puso su casa a disposición para realizar reuniones de grupos pequeños.

“Me encantaba ser anfitriona y atender a mis hermanos. Lo más bonito de servirle al Señor es abrir las puertas de la casa de uno y estudiar la Palabra ahí”, asegura.

Pasados 20 años en la UCA, a Vilma se le presentó la oportunidad de trabajar como secretaria de una magistrada y Secretaria de Sala en la Corte Suprema de Justicia. 

“El secreto de una buena secretaria es, sobre todo, la discreción; la proactividad; (tomar) la iniciativa, y conocer la empresa, su misión y visión. En razón de eso, uno debe ubicarse y tratar de hacer su trabajo de la mejor manera posible, con honestidad, dedicación y profesionalismo”, enfatiza. 

Con ese mismo ahínco, dice haberse enamorado más de Dios en los últimos 10 años que ha estado en Vida Nueva que en los primeros 31 años de su vida cristiana.

“He conocido más de cerca al Señor por la predicación expositiva y ese detalle de los versículos desglosados, uno aprende mucho. Lo que aprendí antes fue una base buena, pero acá hemos crecido mucho más. Mis hijas no quisieron servir nunca en la otra iglesia; solo yo servía al Señor. Pero aquí todos estamos involucrados, mis yernos y mis cuatro hijas”, dice.

Concluye con su versículo favorito: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9).