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–Rodolfo Arias, miembro del Ministerio de Montaje, Campus Hotel

Rodolfo Arias se despierta antes de las cuatro de la mañana cada día, y viaja desde la capital hasta su natal La Paz para cultivar caña de azúcar. En el transcurso del día, se mantiene pendiente de su flota de camiones que transporta el mismo cultivo. Cualquiera pensaría que el domingo lo aprovecha para dormir un poco más o ver un partido de fútbol. Pero se despierta temprano para servir en el Ministerio de Montaje, en Campus Hotel. 

No hay carga que no ayude a llevar: instrumentos musicales, equipo de sonido, materiales de escuela dominical y un largo etcétera. 

“Sacamos las cosas del camión, las llevamos hasta los distintos salones y las instalamos. En la tarde, cuando se terminan los servicios, metemos las cosas al camión para que se las lleven a Miralvalle. Nos toca acarrear en el ‘lomo’ o en carretilla. Eso no nos molesta, ese es nuestro servicio”, dice Rodolfo.

A sus 68 años afirma que no tiene planes de jubilarse. 

“Si me quedo descansando, me muero. He basado mi vida en varios versículos, pero en particular ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece’ (Filipenses 4:13). Este versículo nos funciona a todos, sin Él no somos nada”, dice Rodolfo.

Esto lo supo desde que conoció a Jesús el 4 de octubre de 1998, luego de escuchar una prédica. Hasta entonces fue capaz de dejar los vicios y dedicar su vida al Señor. 

Rodolfo, su esposa Emma Rubidia y sus tres hijas llegaron a Vida Nueva en 2013. Desde 2018, Rodolfo sirve en el Ministerio de Montaje. 

“Cuando nos vayamos al nuevo campus, el ministerio de nosotros desaparece. Pero nos vamos a involucrar en otras cosas. La idea es seguir sirviendo”, asegura.

Esa tenacidad la aprendió de su papá y su mamá. “Mi padre comenzó desde cero, era analfabeta. Pero tenía el principio de trabajar duro para superarse. Pasó de ser un peón a trabajar en lo propio, cultivaba algodón”, recuerda. Su madre tuvo 10 hijos, y a sus 90 años seguía atendiendo sus labores. Murió el año pasado, a los 91. 

Como familia, los Arias han enfrentado pruebas que se han transformado en oportunidades de servicio. Una de sus hijas tiene una discapacidad auditiva. Han aprendido lenguaje de señas para comunicarse con ella, además de ayudar a personas sordas dentro de Vida Nueva y otros ámbitos. Emma es intérprete para personas sordas en la Universidad de El Salvador.  

Rodolfo se enorgullece de sus hijas. “La mayor estudió Licenciatura en Educación Especial, enfocada en lo de mi hija menor. Mi hija de en medio se graduó de Ingeniería en Agronegocios y la chiquita, la niña sorda, sacó Ingeniería Agroindustrial. Si Cristo no nos da la fuerza, aunque nosotros queramos, no podemos lograr nada. Tiene que haber una fuerza sobrenatural que nos mantenga yendo hacia adelante”, concluye. 

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